Hace años, cuando empezamos con la aficción a la caza mayor, tuve la suerte de conocer una persona que me enseño todo lo que sé del mundo de la Rehala, de entrar a montear con los perros y de mucha manchas y fincas de mi querida Extremadura.
Pegado a sus zahones, escuchando su voz quebrada animando a sus perros fui abriendo mis primeras veredas en el monte.
Que recuerdos, mi primera suelta en Matallana, los primeros agarres, aquel guarro de Las Cinco Fuentes, el guarro de Carrascalejo, aquella cierva que agarro el Verdugo poniéndola patas arriba de un zarpazo, la mañana de un 6 de Diciembre de 2003 que debute en solitario al frente de esos grandiosos perros en Solana de Cabañas.
Decenas de recuerdos de los que aprendí muchisimo, de anécdotas y lecciones que miro con añoranza.
Pero si hay de algo de lo que me acuerdo con mucha nostalgia, es esa "Casina", de la que nuestro amigo nos quiso abrir las puertas a mi mujer y a un servidor para que disfrutáramos como si fuera nuestra.
Apoyada en el pantano, custodiada por La Buitrera y el Collao de Alcántara y engrandecida por el Pico Villuercas, hay esta "La Casina".
Cuantas noches en días previos y posteriores a las montería hemos pasado entre sus cuatro paredes. No posee luz, ni agua corriente, tampoco la necesita.
Pero lo que si alberga, es la paz, el encanto y el sabor de lo rustico de verdad.
Cuantas conversaciones frente a su lumbre habré tenido mientras descansaban nuestros cuerpos cansados de montear, saboreando los lances, las alegrías y los disgustos de la caza.
Esa pitarra de no se donde, la morcilla de la puebla, el pan de hogaza, los dulces de la plaza y el cigarro después de la cena, aquello era saborear la monteria, gustándote y sin prisa, como cuando un torero le sale un toro que le encaja.
Por ahora, no se puede volver a aquellos tiempos, las circunstancias mandan y obligan por el momento a que aquello no se repita.
Pero, quien sabe si mañana volveremos por allí a que nos vuelva acoger "La Casina".
Mientras tanto Sr Baños, por favor te lo pido, cuida de esa casa, allí se encuentra mi partida de nacimiento como Montero.
Pegado a sus zahones, escuchando su voz quebrada animando a sus perros fui abriendo mis primeras veredas en el monte.
Que recuerdos, mi primera suelta en Matallana, los primeros agarres, aquel guarro de Las Cinco Fuentes, el guarro de Carrascalejo, aquella cierva que agarro el Verdugo poniéndola patas arriba de un zarpazo, la mañana de un 6 de Diciembre de 2003 que debute en solitario al frente de esos grandiosos perros en Solana de Cabañas.
Decenas de recuerdos de los que aprendí muchisimo, de anécdotas y lecciones que miro con añoranza.
Pero si hay de algo de lo que me acuerdo con mucha nostalgia, es esa "Casina", de la que nuestro amigo nos quiso abrir las puertas a mi mujer y a un servidor para que disfrutáramos como si fuera nuestra.
Apoyada en el pantano, custodiada por La Buitrera y el Collao de Alcántara y engrandecida por el Pico Villuercas, hay esta "La Casina".
Cuantas noches en días previos y posteriores a las montería hemos pasado entre sus cuatro paredes. No posee luz, ni agua corriente, tampoco la necesita.
Pero lo que si alberga, es la paz, el encanto y el sabor de lo rustico de verdad.
Cuantas conversaciones frente a su lumbre habré tenido mientras descansaban nuestros cuerpos cansados de montear, saboreando los lances, las alegrías y los disgustos de la caza.
Esa pitarra de no se donde, la morcilla de la puebla, el pan de hogaza, los dulces de la plaza y el cigarro después de la cena, aquello era saborear la monteria, gustándote y sin prisa, como cuando un torero le sale un toro que le encaja.
Por ahora, no se puede volver a aquellos tiempos, las circunstancias mandan y obligan por el momento a que aquello no se repita.
Pero, quien sabe si mañana volveremos por allí a que nos vuelva acoger "La Casina".
Mientras tanto Sr Baños, por favor te lo pido, cuida de esa casa, allí se encuentra mi partida de nacimiento como Montero.